AMÉRICA LATINA A FINES DEL SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL XX
AMÉRICA LATINA A FINES DEL
SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL XX
La formación de tos Estados nacionales en América Latina y los sistemas políticos oligárquicos
Hacia
1850, casi la totalidad de los países de América Latina habían logrado su
independencia; sin embargo, no estaban organizados. Eran frecuentes las guerras
civiles y las desobediencias a gobiernos y leyes. Las turbulencias políticas,
la incertidumbre, la falta de reglas claras, no eran las mejores condiciones
para producir los alimentos y materias primas [bienes primarios) que la
Europa industrial necesitaba: lana, cobre, salitre, carne, azúcar, entre muchos
otros. Por eso, era preciso realizar un conjunto de transformaciones.
No sin
dificultades, a fines del siglo XIX, en cada país, los grupos con poder
-grandes propietarios de tierras, militares e intelectuales lograron aprobar
constituciones, organizaron los gobiernos, crearon instituciones, como la justicia
y el ejército nacional, encargadas de garantizar el cumplimiento de las leyes y
el respeto de las autoridades en todo el territorio nacional. Fueron así
construyendo Estados nacionales modernos que, mientras aseguraban el
orden interno, implementaban políticas para favorecer la producción de bienes
primarios.
En
estos nuevos Estados, un reducido grupo, dueño de casi todas las tierras,
tenía el monopolio del poder político. Gobernaban a favor de las minorías
sociales a las que pertenecían, impulsando modelos económicos
primario-exportadores. Para perpetuarse en el poder, y acrecentar su
fortuna, este grupo utilizaba distintas formas de violencia, desde el fraude
electoral hasta la persecución y asesinato de los opositores. A estos sistemas
políticos que predominaron en esta época en América Latina se los denomina oligárquicos.
A
pesar de lo pretendido por sus defensores, estos sistemas oligárquicos no
fueron eternos. Pronto, hacia principios del siglo XX, comenzaron a surgir
grupos opositores integrados por los sectores medios y los trabajadores urbanos
que reclamaban -al igual que en Europa- la democratización del sistema
político.
Las economías
primario-exportadoras y la división Internacional del trabajo
Para
producir los bienes primarios que Europa demandaba, los grupos dirigentes de
los nacientes Estados latinoamericanos necesitaban tierras, trabajadores y capitales
para aumentar la producción primaria, construir puertos, puentes, ferrocarriles
que facilitaran el Comercio y las comunicaciones.
En
muchos de los países había tierras que los grupos dirigentes
consideraban insuficientemente explotadas. Estaban en manos de la Iglesia y/o
de distintos pueblos originarios. Los nuevos Estados latinoamericanos,
expropiaron o conquistaron esas tierras, transfiriéndolas a individuos o a
empresas privadas.
Otro
de los problemas que los nuevos Estados debieron resolver se relacionaba con la
mano de obra necesaria para trabajar las grandes propiedades. Se
presentaban situaciones muy variadas: había países, como la Argentina, Uruguay
y ciertas áreas del Brasil, en los que faltaban trabajadores; otros, como
México o Ecuador, contaban con poblaciones indígenas muy numerosas, pero no
acostumbradas a las formas de trabajo que ahora se les trataba de imponer.
Para
resolver la cuestión, los gobiernos latinoamericanos alentaron la llegada de
trabajadores extranjeros o colaboraron con los grandes propietarios para establecer
una disciplina de trabajo muy rigurosa entre los campesinos indígenas.
El
sistema de transportes y comunicaciones era muy precario. Las carretas y las
mulas tardaban meses en comunicar los distintos puntos de un país. Con el
aporte de capitales extranjeros, se construyeron ferrocarriles, caminos,
puentes y sistemas telegráficos que facilitaron las comunicaciones y el
transporte de mercaderías entre las áreas rurales, las ciudades y los puertos.
Como resultado de estas y otras
transformaciones, las economías latinoamericanas fueron creciendo y
especializándose en una o varias producciones primarias orientadas a la
exportación. Se integraron así a la división internacional del trabajo.
Por ejemplo, la Argentina se especializo en la producción de lana, carnes y
cereales; Brasil y Colombia, en el café; Cuba y otros países del Caribe, en el
azúcar; Chile, en el cobre y el estaño.
La influencia de las potencias
industriales: Gran Bretaña y Estados Unidos.
Dado
que la economía de estos países dependía de la exportación de productos
primarios, se las denominó economías primario-exportadoras. Los
productos industriales que necesitaban sus habitantes eran importados de los
países centrales (o industrializados). También los capitales.
Fueron
fundamentalmente los ingleses los que aportaron la mayor cantidad de capitales.
Ello les permitió grandes ganancias, así como el dominio de actividades que
eran estratégicas para el funcionamiento de la economía de los países
latinoamericanos, como los transportes, el comercio y las finanzas. Tenían
además inversiones en minería, en los frigoríficos ingenios azucareros. En
algunos lugares, también se ocupaban de la producción agrícola.
Los
pueblos de América Central y el Caribe estuvieron bajo la influencia de Estados
Unidos. Además de lazos de dependencia económica, tuvieron que soportar
frecuentemente la intervención política y militar del país del Norte. A
principios del siglo XX, los estadounidenses se habían apropiado de Puerto
Rico. En Cuba, permitieron una independencia sólo formal, ya que Estados Unidos
controlaba todas las decisiones del gobierno cubano. También favorecieron la
constitución de un nuevo país, Panamá, sobre territorios colombianos. Allí construyeron
y controlaron el canal de Panamá, que permite el paso de buques de gran no
entre los océanos Atlántico y Pacífico. Los rápidos éxitos obtenidos los
alentaron para continuar su política de intervenciones en los distintos países
del área.
Un crecimiento desigual
El desarrollo
de economías primario-exportadoras transformó las sociedades latinoamericanas.
Entre otros cambios, puede señalarse el aumento de la población urbana, la
modernización de las ciudades y el surgimiento de nuevos sectores medios y
populares.
Sin
embargo, estas transformaciones no se produjeron con la misma intensidad en
toda América Latina. Mientras las zonas más vinculadas con el comercio mundial
crecían y se modernizaban a pasos vertiginosos, el resto casi no participaba de
estos cambios. Por ejemplo, en nuestro país, la zona de la llanura pampeana,
sus ciudades y su medio rural, se transformó profundamente porque allí se
producía para la exportación. También zonas como Tucumán o Mendoza se
renovaron, porque vendían azúcar y vino para el mercado pampeano. Pero casi
todo el resto del país, como la Puna, Catamarca y la mayor parte de Santiago
del Estero se estancaron y perdieron población, debido a que muchas
actividades, como las artesanías textiles, no podían competir con las más
baratas telas inglesas.
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